sábado, 27 de julio de 2013

Pele, Rivelino, Tostao


El triunfo de Brasil en 1970 desató en Pregonero
la Pasión pasión por el fútbol.
Cuando la selección de Brasil conquistó la copa Jules Rimet, al sumar la tercera estrella en el mundial de México 1970, en Pregonero se desató la pasión colectiva por el fútbol. Hasta entonces, el béisbol era el juego predilecto de los niños y jóvenes de la época. Hasta el “Estadio 5 de Julio”, como se llamaba el campo deportivo en esos tiempos, estaba diseñado con un verde diamante de arena y grama, con el respectivo montículo. Las estrellas deportivas locales brillaban básicamente en esa disciplina.

Es inexplicable la forma en que llegó a extenderse aquella fiebre repentina entre la población infantil y juvenil de la localidad. Aquel fue el primer mundial en trasmitirse en vivo al mundo entero a través de las pantallas de la televisión. En el pueblo había muy pocos aparatos disponibles y era imposible que todos los niños hubieran alcanzado a ver los partidos televisados. Es probable que la radio haya ejercido cierta influencia en la fantasía infantil y juvenil de aquella muchachada.

Cualquiera calle era ideal para jugar al futbol
La memoria ni siquiera alcanza a recordar cómo se difundieron los nombres de aquellos héroes continentales. Pero estaban a la orden del día en la boca de cualquier párvulo: Pelé, Rivelinho, Tostao, Gerson, Jairzihno y otros. De pronto, los nombres se confundían con otras generaciones de atletas mundialistas del mismo país, como Garrincha, Didí, Vavá, Zagalo. El nombre del arquero Félix estaba en la mente de todo aquel que cumpliera el rol de guardapalos.

Lo curioso del caso es que no se sabía si los niños imitaban a los comentaristas y narradores o a los mismos jugadores. Lo cierto es que el mozalbete cumplía los dos roles al mismo tiempo. Previamente había logrado que el resto del equipo lo aceptara en el papel de cualquier crack. Mientras el mozo hacía una supuesta gambeta o un pase de triangulación carioca, al mismo tiempo iba narrando las hazañas: Pelé toca la pelota, se la pasa a Rivelinho, Rivelinho a Tostao, Tostao a Pelé y gooooooool.

El futbol se impuso en las calles
de Pregonero con muchachos descalzos
Como en los tiempos de infancia no había suficiente dinero para comprar una pelota de verdad, la situación se resolvía con una estrategia infantil sencilla y simple: un envoltorio de papeles amarrados con una cuerda y con una pequeña piedra en el centro para que hiciera peso, servía como improvisada esférica para emular las hazañas de los héroes de turno. No había obstáculos a la hora de poner a andar la imaginación infantil para robarle inolvidables momentos de alegría a la ociosidad.

Se entienden las razones por las cuales todos querían formar parte del equipo de Brasil. De allí viene la gran fanaticada que actualmente existe en Pregonero a favor del equipo carioca. ¿Cuál muchacho de la época no llegó a sentirse como el propio Rey Pelé, especialmente cuando anotaba un gol de antología? Descalzos, los pies llenos de callos, con los pantalones raídos por el uso y llenos de sudor, la chiquillada aprendió a superar las privaciones de la pobreza y a fantasear con el fútbol…

José de la Cruz García Mora

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