jueves, 12 de septiembre de 2013

A Real la Vuelta al Pueblo

          Hay muchos indicadores para establecer el nivel de desarrollo y progreso de los pueblos. Estos se enorgullecen de las empresas que son capaces de atender los requerimientos de la ciudadanía, sobre todo cuando la calidad de los servicios públicos logra mejorar el estándar de vida de la población y las funciones centrales son capaces de atender los diversos requerimientos de los habitantes. La especialización de los servicios es síntoma de la evolución social de las comunidades.
          Pregonero es un pueblo con una planta urbana modesta. Es común que la gente se desplace a pie por las calles del pueblo, mientras realiza las diligencias cotidianas en los distintos establecimientos públicos y privados de la población. Las distancias son muy cortas y en muchos casos no se requiere el servicio del transporte colectivo intraurbano. Pero hay gente con visión de futuro que se adelanta a los tiempos y ofrece servicios destinados a favorecer la calidad de vida de los ciudadanos.
          Hace varias décadas, un viejo bus recorrían las solitarias calles del pueblo, recogiendo y dejando pasajeros, según las necesidades de cada usuario. Era la famosa "circunvalación", propiedad del profesor Américo Roa Ramírez. El hombre tuvo la acertada iniciativa de ofrecer el servicio del transporte a la colectividad, con una modesta inversión, en momentos en que en el pueblo no se habían logrado consolidar una sólida visión cultural sobre la necesidad del transporte colectivo para los ciudadanos.
          Ciertamente, muchas personas de extracción humilde tomaban la unidad por necesidad, para ir al lugar de trabajo o hacia la escuela. Pero otros encontraron un medio económico para imitar las costumbres de quienes tenían vehículo propio. Hablando literalmente, para nadie es un secreto que la distracción favorita de los chóferes, desde hace mucho tiempo, consiste en "darle vueltas al pueblo", prácticamente hasta marearse. Nadie vaya a pensar en la tentación chismográfica de unos cuantos.
          La "circunvalación" vino a llenar un vacío existente en la sociedad pregonereña. Los precios módicos permitían que la gente se diera tales lujos. El pasaje de subida o de bajaba tenía el costo de 0,25 bolívares: un "medio", como se decía en la época. Pero todos preferían pagar un "real", moneda equivalente a 0,50 bolívares, con tal de completar la vuelta a la población. Muchos se hacían los locos y desentendidos cuando se completaba el giro y llegaba el momento de apearse.
          Lo mismo hacía Delfín García, el chófer de la unidad. Era músico de la Banda Bolívar y ejecutaba el redoblante. Al frente de la "circunvalación", el chófer no tenía problemas en que los jóvenes dieran una vuelta gratuita de más. Pero estos no comprendían la benevolencia de aquel hombre y pretendían ocultarse tras los asientos traseros para continuar disfrutando del viaje. El hombre sonreía tras el volante y continuaba la faena, regalando muchos momentos de Solaz a la juventud local.

José de la Cruz García Mora

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