La Vuelta al Táchira en Bicicleta es un
evento deportivo capaz de paralizar las actividades pueblerinas. Esto no pasa
solamente cuando se tiene la suerte de recibir la caravana multicolor en tierra
chácara. A lo largo de todas y cada una de las etapas, la transmisión radial
mantiene expectante a la población. Incluso, hay personas dispuestas a ir hasta
La Grita, Tovar, Capacho y San Cristóbal a presenciar la llegada de la vuelta. Es
una cita de honor que se cumplía el pie de la letra cada año.
La
emisora "Ecos del Torbes", la emisora predilecta, en las primeras
versiones, tuvo el privilegio de trasmitir el evento ciclístico con carácter de
exclusividad. En esos tiempos, también logró congregar a los jóvenes
uribantinos en torno a un radio portátil de baterías recargables. Era común
observar a los radioyentes en los postes de electricidad ubicados en las
esquinas del pueblo. La intención de aquellas asambleas espontáneas, sencillamente,
tenían como propósito garantizar la sintonización de la radio.
Hoy es posible observar en vivo y
directo, a través de las imágenes de televisión, el verdadero desempeño de los
ciclistas en las grandes vueltas del mundo: Tour de Francia, Giro de Italia y
Vuelta a España, así como otras competencias olímpicas o profesionales de
proyección mundial. Ya es posible saber cómo es el verdadero comportamiento de
los ciclistas en competencias con duración de dos o tres semanas: hay momentos
de altísima competitividad y largos trayectos de calma.
Pero en aquellos tiempos de infancia y
juventud, bajo la influencia evidente de los narradores colombianos, los
profesionales de micrófono del patio sabían mantener en vilo a los
radioescuchas durante toda la jornada. Los atletas parecían interminables. Si
en dos cronometrajes sucesivos había sólo 1 segundo de diferencia, con engolada
y sonora voz, los locuaces narradores describían aquella “situación normal”
como la más encarnizada lucha entre los escapados y el pelotón persecutor.
No es exageración: Sólo 1 segundo de
descuento —o de aumento— entre los ciclistas era razón suficiente para que
cualquier muchacho dejara de ir al baño a cumplir con alguna necesidad
fisiológica, esperando con aprehensión y estoicismo a que se resolviera el
dilema de la competencia. El “Guillo” Villamizar y Carlos Alviarez Sarmiento, por
sólo nombrar dos reconocidos pioneros de la narración radial, lograron cautivar
a la expectante audiencia durante varios años.
—Claaaaaaaaaaro, claaaariiiiiiiiiiitoooo¡¡¡¡,
recibiendo el cambio e informando…
Exactamente eso era lo mismo que
trasmitía Eduardo Gil, en una medianoche de enero —junto a Gregorio y Bautista
Gil, Simón “Tito” y Gregorio “Goyo” Mora y José de la Cruz García—, cuando
llegó una comisión de la policía del pueblo a detener ipso facto a los “malandros comunistas”, porque estaban cometiendo
el terrible e imperdonable delito de imitar las narraciones de Ecos del Torbes…
José
de la Cruz García Mora
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