La
gente que se dedica al trabajo honesto, por muy humilde que este sea, no tiene
problemas de horario para atender las obligaciones contraídas. Es cierto. El
trabajo dignifica al ser humano. En cambio, los parranderos prolongan las
farras hasta altas horas de la noche, mientras el pueblo duerme plácidamente. A
veces, el cantar madrugador de los gallos sorprende a los serenateros en plena
calle. A esa hora ya existen trabajadores abnegados cumpliendo con la labor
diaria.
Eso
es lo que hacían los obreros del matadero municipal. Ellos estaban listos para
el trabajo mucho antes de que los parranderos rezagados decidieran poner fin a
la francachela. A veces se les veía bajar hacia el Barrio Potreritos, aún
ateridos por el frío. Era la ocasión oportuna para convidarlos a libar una copa
de “miche callejonero” y calentar el cuerpo. En otras oportunidades, los
borrachos inoportunos se allegaban hasta las instalaciones del matadero, con el
pretexto de comprar chinchurria.
Las
brisas del tiempo traen a la memoria las imágenes de Felicito Márquez, “Chucho
Márquez, “Chucho” Montilva, Julio Mora y otros. En otras oportunidades, a estos
dos últimos se les veía en las “pesas” de su propiedad, despachando productos
cárnicos a la población. Mucha tolerancia y paciencia tuvieron aquellos hombres
con las imprudencias verbales de cualquier borrachín ocasional. Jamás se
salieron de las casillas. A lo sumo llegaron a pedir que los dejaran trabajar
tranquilos.
Lourdes Luna estuvo conduciendo durante
varios años la cava destinada a la distribución de carne de pesa en pesa. Posteriormente,
la responsabilidad pasó a manos de Adán Mora, quien también fungió durante
cierto tiempo como experto sacrificador de reses en el matadero. A este
ciudadano también se le recuerda en el pueblo por las excelentes condiciones
atléticas para la práctica del maratón y el ciclismo. Ha sido un verdadero
baluarte del deporte uribantino.
La
gente del Barrio Potreritos tuvo que librar una larga lucha para erradicar el
sacrificio de reses en el Matadero Municipal. Posteriormente, las instalaciones
se acondicionaron para otros fines, como Sala Comunal y luego como Centro de Rehabilitación
Integral (CRI). Antes habían logrado la clausura definitiva del viejo
“Embarcadero”, cuyos potreros y entablado estaban ubicados en la entrada
principal de la vía a San Cristóbal. Allí ahora existen diversos inmuebles
residenciales.
Durante
la gestión del Alcalde Euro Antonio Contreras se construyó un nuevo Matadero
Municipal en la parte baja de la Aldea Los Rastrojos, en la vía que conduce
hacia la Aldea El Rincón. Como el sector se ha ido urbanizando progresivamente,
seguramente pronto la presencia del Matadero pasará a ser un problema
comunitario. Sin embargo, en la memoria siguen palpitando los recuerdos del
antiguo matadero, el lugar ideal para comprar chinchurrias en la madrugada…
José
de la Cruz García Mora
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