En
la fachada arquitectónica de los pueblos y ciudades se esconde el nombre anónimo
de muchos maestros de obra. Detrás de cada bloque, pared, columna, piso o
techo, siempre hay alguna historia que contar: el esfuerzo de los propietarios
del inmueble para adquirir los materiales, el sudor de los obreros para atender
las exigencias del trabajo y sobre todo, la experiencia acumulada de los
albañiles en la construcción estable y segura de las edificaciones y obras
civiles.
Es la ingeniería popular puesta al
servicio y bienestar de los ciudadanos. ¿Quién habrá de diseñar y construir
monumentos para rendir tributo de admiración hacia los constructores civiles,
los alarifes, los arquitectos e ingenieros del pueblo? Ellos no estudiaron las
fórmulas académicas para el cálculo volumétrico, el análisis de precios
unitarios o el diseño de obras civiles. Pero tienen como credencial el
pergamino de la experiencia acumulada a partir del trabajo honesto y
responsable.
Esta crónica peca por omisión al
rememorar el trabajo de aquellos hombres que pasaron parte de la vida
haciéndole frente a las duras faenas de la construcción civil. Algunos nombres
desfilan por la memoria al momento de redactar esta bitácora de recuerdos
infantiles y juveniles: Vicente y Pedro Ramírez, Samuel Lacruz, Arcángel Aleta,
Albidio y Bernardo “Chino” Huiza, Luis Guirigay, Luis y Freddy Rujano, Álvaro
Lacruz, Esteban Méndez, Norberto Molina, Alvino Medina, Gilberto Roa, entre
otros.
Las
generaciones tienden a confundirse en la memoria. El legado de todos ellos es
realmente inconmensurable, aunque en ocasiones no es perceptible ante los ojos
del público. El viandante pasa y observa a alguien trabajando sobre el andamio,
pegando loza en el piso, construyendo algún muro o pared, encofrando la
escalera, dirigiendo los trabajos de una placa. Pero realmente nadie se detiene
a valorar el esfuerzo de quienes hacen posible el acabado perfecto de los
inmuebles o infraestructuras.
Otros
hombres que han fraguado prestigio en las labores de albañilería son Javier
“Mulato” Molina, Alexis García, Jesús “Pecos” Contreras, Germán Huiza, Iván Márquez.
Hay otros cuyos nombres escapan a la memoria. Inmensa deuda la que se tiene con
ellos. Al reseñar alguna obra, edificación o calle, es usual otorgar el mérito
protagónico a los arquitectos o ingenieros profesionales que diseñaron la
misma. Casi nadie hace referencia a quienes realizaron las tareas de echar
cuerda, nivel y plomada.
Es el esfuerzo constante de los
anónimos, aquellos que enarbolan las banderas del trabajo honesto y no andan
buscando inútilmente falsas figuraciones históricas. Pero resuelven las
emergencias que suelen presentarse en la mayoría de hogares. En las últimas
décadas Pregonero ha sufrido un rápido proceso de transformación arquitectónica
tanto en interiores como en exteriores. ¿A quiénes se les puede atribuir la
paternidad de todos esos cambios urbanísticos…?
José de la Cruz García Mora
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