jueves, 15 de octubre de 2015

Nivel, cuerda y plomada

          En la fachada arquitectónica de los pueblos y ciudades se esconde el nombre anónimo de muchos maestros de obra. Detrás de cada bloque, pared, columna, piso o techo, siempre hay alguna historia que contar: el esfuerzo de los propietarios del inmueble para adquirir los materiales, el sudor de los obreros para atender las exigencias del trabajo y sobre todo, la experiencia acumulada de los albañiles en la construcción estable y segura de las edificaciones y obras civiles.
          Es la ingeniería popular puesta al servicio y bienestar de los ciudadanos. ¿Quién habrá de diseñar y construir monumentos para rendir tributo de admiración hacia los constructores civiles, los alarifes, los arquitectos e ingenieros del pueblo? Ellos no estudiaron las fórmulas académicas para el cálculo volumétrico, el análisis de precios unitarios o el diseño de obras civiles. Pero tienen como credencial el pergamino de la experiencia acumulada a partir del trabajo honesto y responsable.
          Esta crónica peca por omisión al rememorar el trabajo de aquellos hombres que pasaron parte de la vida haciéndole frente a las duras faenas de la construcción civil. Algunos nombres desfilan por la memoria al momento de redactar esta bitácora de recuerdos infantiles y juveniles: Vicente y Pedro Ramírez, Samuel Lacruz, Arcángel Aleta, Albidio y Bernardo “Chino” Huiza, Luis Guirigay, Luis y Freddy Rujano, Álvaro Lacruz, Esteban Méndez, Norberto Molina, Alvino Medina, Gilberto Roa, entre otros.
          Las generaciones tienden a confundirse en la memoria. El legado de todos ellos es realmente inconmensurable, aunque en ocasiones no es perceptible ante los ojos del público. El viandante pasa y observa a alguien trabajando sobre el andamio, pegando loza en el piso, construyendo algún muro o pared, encofrando la escalera, dirigiendo los trabajos de una placa. Pero realmente nadie se detiene a valorar el esfuerzo de quienes hacen posible el acabado perfecto de los inmuebles o infraestructuras.
          Otros hombres que han fraguado prestigio en las labores de albañilería son Javier “Mulato” Molina, Alexis García, Jesús “Pecos” Contreras, Germán Huiza, Iván Márquez. Hay otros cuyos nombres escapan a la memoria. Inmensa deuda la que se tiene con ellos. Al reseñar alguna obra, edificación o calle, es usual otorgar el mérito protagónico a los arquitectos o ingenieros profesionales que diseñaron la misma. Casi nadie hace referencia a quienes realizaron las tareas de echar cuerda, nivel y plomada.
          Es el esfuerzo constante de los anónimos, aquellos que enarbolan las banderas del trabajo honesto y no andan buscando inútilmente falsas figuraciones históricas. Pero resuelven las emergencias que suelen presentarse en la mayoría de hogares. En las últimas décadas Pregonero ha sufrido un rápido proceso de transformación arquitectónica tanto en interiores como en exteriores. ¿A quiénes se les puede atribuir la paternidad de todos esos cambios urbanísticos…?

José de la Cruz García Mora

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