El auténtico y
genuino servicio a la comunidad casi siempre pasa desapercibido ante los ojos
de los ciudadanos. La gente suele acordarse de los Alcaldes, Prefectos,
Concejales, Jefes de Oficinas. Pero quién ha erigido un monumento en honor a
los obreros, las secretarias, los chóferes, los servidores públicos anónimos.
Ellos trabajan con disciplina, constancia y dedicación, ofreciendo el mejor de
los esfuerzos para garantizar la atención y la calidad de vida de los vecinos
del pueblo.
Son muchos los hombres que han
trabajado en el Aseo Urbano de Pregonero, unos como eventuales y otros de
manera permanente. Es imposible hacer el registro de todo ellos. Pero algunas
figuras quedan grabadas para siempre en la memoria de los individuos. Las amas
de casa suelen estar atareadas en los quehaceres diarios del hogar. De pronto,
en la calle estalla el grito ya conocido de los recolectores y se activan los
dispositivos de la premura, para sacar los desechos sólidos hasta el volteo.
—Sáquela, sáquela, sáquela…
Al frente del camión recolector, bien
ataviado y con sombrero pelo ‘e guama, don Ramón Sánchez controla la velocidad
del vehículo, mientras los obreros hacen la tarea rutinaria de puerta en
puerta. Por los espejos retrovisores, el siempre está atento de que en ningún
hogar se queden los desperdicios sin recoger. El volteo avanza a paso lento y
los recolectores trabajan disciplinadamente como hormigas.
Muchos
años estuvo cumpliendo estos menesteres como chófer de la municipalidad. En la
época, los desechos sólidos se vertían directamente a las aguas de río Negro.
Allí, contiguo al puente, todavía se encuentra el muro habilitado para tales
efectos. Luego se acondicionó otro botadero en la vía hacia Las Escaleras. Pero
llegó la edad de la jubilación y el caballero pasó a retiro, compartiendo el
hogar junto a la esposa, doña Cristina Chacón de Sánchez.
“Cheo” Sánchez, uno de los hijos,
siguió la zaga por varios años. Otros caballeros han estado laborando como
chóferes del Aseo Urbano: Isidro Aguilar, Olinto Ceballos, Elías Pernía y algunos
funcionarios más recientes. Don Ramón Sánchez siempre fue un hombre consagrado
al trabajo honesto. Jamás se le llegó a ver vestido de manera inadecuada. La
presencia impecable del caballero, el apego al hogar y la dignidad humana
fueron sus principales cartas de presentación a la comunidad.
Aquel
hombre hizo de su trabajo un referente moral para el pueblo uribantino. Junto a
doña Cristina Chacón levantó un hogar sólido y respetable, con base en el
sacrificio y la dignidad. Han pasado varias décadas desde su jubilación y aún
camina erguido y altivo por las calles de la ciudad, con el orgullo de saberse
respetado y admirado por los muchos coterráneos que pueden dar fe su mayor
riqueza: la honestidad. Don Ramón Sánchez es de esos hombres que no se cansan
de predicar con el ejemplo.
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