La función primera de artista es
crear arte. El reto de figurar en las actividades relacionadas con el ambiente
artístico, es menos difícil que mantenerse en la cresta de la ola, recibiendo
el reconocimiento y apoyo entusiástico del público por años. Algún autor
escribió con gran acierto: “Si alguien se proclama artista, debe demostrarlo
con obras, no con palabras”. El talento escondido es un verdadero desperdicio.
Incluso puede tener potencial y calidad. Pero si no se explota, es como si no
existiera.
Pregonero ha sido una cantera de
calidad artística, especialmente en el ramo del canto. Exquisitas y melodiosas
voces han llenado los escenarios locales con el derroche de talento y calidad
interpretativa. En buena parte de ellos no hubo ánimo de lucro, sino entrega y
pasión por el oficio: “puro amor al arte”, como dice el adagio popular. Tal vez
por las leyes del mercado, o por circunstancias propias de la vida, ninguno
tuvo la oportunidad de vivir del arte, pero es seguro que todos vivieron para
él.
Es imposible olvidar la voz
delicada, el acento lírico o la pasión interpretativa de que hacían gala las
jóvenes Vita Pérez, Carmen Avellaneda o Carmen Mora. Entre los años 70 y 80 del
siglo XX, cada cual en su momento, ellas hicieron del canto el vehículo para
expresar la emotividad del sentimiento y la alegría de vivir. No había que
rogarles para que subieran al escenario a mostrar la pasta de la que estaban
hechas. Son imágenes que se conservan frescas en la memoria.
Walter
Márquez tuvo la oportunidad de grabar un par de canciones en un disco de vinilo
en 45 rpm. Los mayores hablan maravillas de aquella voz sonora y viril. Para el
suscrito son más frescos los recuerdos de Walter Mora, Guzmán Mora, Pedro
Avellaneda, Antonio Alejandro y los hermanos Vargas: José del Carmen, Gustavo y
XXXXXXXXX. En actos culturales o festivales de la canción, ellos siempre
estaban allí, cultivando la veta artística y derrochando talento en cada una de
las interpretaciones.
Algunos nombres se quedan en el
tintero. El recuerdo sobre ellos es más débil: algunos emigraron del patio y
otros jamás volvieron a llenar los escenarios con su presencia y calidad
interpretativa. Pero no se pueden olvidar los nombres de Yaira (†) y Milena Contreras, José Gregorio Solórzano, Roque y Juan de Dios
Mora, Aureliano Contreras, Juan Pablo Marcano, Javier “El Pollo de los Andes”
Contreras, Franci Avellaneda y otros jovencitos que comienzan a hacer carrera
musical como aficionados.
A Pedro Soto hay que reconocerle la
persistencia y la entrega al arte de componer e interpretar música serranera.
Él fue el iniciador de esa cantera de grupos e intérpretes que ahora proliferan
en la comarca, con producciones musicales de carácter comercial. Pero esta
crónica está consagrada a divulgar el aporte de aquellos artistas del patio que
destacaron en Pregonero como aficionados, aunque algunos de ellos posteriormente
lograron producir sus obras discográficas.
José de la Cruz García Mora
No hay comentarios:
Publicar un comentario